¿Y LAS FUTURAS GENERACIONES?
El sector de Educación en Bogotá presentaba desafíos previos al Covid-19, entregando a la nueva Administración Distrital indicadores alarmantes que no se cumplieron con el Plan de Desarrollo del anterior gobierno. Los resultados en calidad educativa preocupaban con solo un 16,8% de colegios oficiales en categoría A+/ A en las pruebas SABER 11. Igualmente, los colegios no oficiales habían presentado un descenso de 5,7% de 2018 a 2019. En términos de cobertura también se observaban retos previo a la pandemia, donde la cobertura bruta era del 87,3% y cobertura neta del 79,3%, resultados que estuvieron lejos de lo planificado en el Plan de Desarrollo con metas del 100% y 95%, respectivamente.
Según las encuestas de percepción virtual realizada por Bogotá Cómo Vamos en julio y noviembre del año pasado, la satisfacción con la educación era baja y generalizada entre los diferentes niveles socioeconómicos. Solo el 23% en julio y 22% en noviembre, estaba satisfecho con la educación de niños, niñas y jóvenes. Hay que resaltar que en Bogotá, a cierre de 2019, había 1'328.268 estudiantes matriculados, el 17 % de la población.
No podemos caer y dejar que el covid 19 gane la batalla
LICEO MARIA NELL
Paradójicamente, se venía trabajando en preparar un regreso seguro a las aulas para este año, cuando desde mediados del 2020 se estimaba que un segundo y tercer pico de pandemia tenían alta probabilidad de ocurrir, como se venía observando en otros países. Así mismo, los hogares no confiaban en regresar a las aulas como lo evidenció la segunda fase de la encuesta virtual de Bogotá Cómo Vamos en noviembre, donde el 51% de los encuestados respondió que solo mandaría a sus hijos a clases si se encontraba una vacuna, respuesta que prevalece en los niveles socioeconómicos bajos.
Se deben realizar esfuerzos determinados en medir el impacto en términos cognitivos, psicológicos y sociales de los niños y niñas. Solo de esta forma podremos generar soluciones de corto, mediano y largo plazo que mitiguen el impacto que han recibido más de 1'300.000 niños, niñas y jóvenes. Según la CEPAL la recuperación económica se verá recién a finales del 2024, sin embargo, la recuperación del tiempo perdido en calidad educativa puede costarnos décadas de retroceso en el desarrollo social y económico de la ciudad.
Este es el momento preciso para estar diseñando instrumentos que permitan cuantificar y cualificar las consecuencias de este periodo crítico. Por ejemplo, crear un gran sistema de monitoreo distrital de niños y niñas que evalué pre, durante y post los efectos de la pandemia. También monitorear las principales áreas de retroceso para preparar planes y programas que entren a funcionar al momento que la educación vuelva a su rumbo natural. Por último, en la crisis está la oportunidad y, en ese sentido, tal vez este sea el momento en el que se piense una trayectoria integral del sector educativo desde la primera infancia hasta la inserción en el mercado laboral
Dory lopez